CAMBIOS EN LA CONDUCTA
Los cambios en la conducta son un rasgo
característico en la Enfermedad de Huntington y aunque no sean tan aparentes
como los movimientos involuntarios, muchas familias se enfrentan a ellos con
grandes dificultades.
Los cambios de conducta pueden ocurrir por
varios motivos. De un lado por los cambios que el cerebro sufre con la
enfermedad y por otro por la falta de comprensión ante la presencia de la
enfermedad que ocasiona una incapacitación y una pérdida de autonomía personal.

Pérdida de iniciativa y actividad
Muchos enfermos de Huntington sufren una
pérdida de actividad y de iniciativa. Muchos pasan el día mirando la televisión
o en la cama sin que la familia consiga que hagan otra cosa y esto puede ser
muy frustrante para la familia.
Hay que entender que este comportamiento no
se debe a la pereza. La enfermedad altera un área del cerebro que es crucial
para la motivación y la actividad. Esta área nos permite pensar en futuro,
hacer planes, hacer las acciones apropiadas para realizar estos planes y
perseverar en las tareas necesarias para conseguir la realización de los
planes. Cuando esta área está dañada como ocurre en el Huntington, la actividad
y la capacidad de iniciativa está seriamente comprometida, incluso aunque
todavía tenga las facultades para poder realizar las tareas.
Argumentar con el paciente no va a Servir
de nada. Animarle a ayudarnos en participar en ciertas tareas puede ser útil,
mucho mejor que encomendarle tareas que deba realizar de forma solitaria. La
presencia de otras personas en una actividad puede actuar como estimulador y el
hecho de participar no sólo le mantiene activo sino que le ayuda a sentirse
valorado y útil.
No
dejemos que el enfermo no haga nada. Pidámosle que nos ayude en tareas sencilla
tales como poner la mesa, guardar la compra o hacer la cama. Hagámosle creer
que su ayuda es imprescindible, que nosotros solos no podemos, que le
necesitamos. No esperemos su iniciativa para acometer tal es funciones, su
cerebro está dañado, no lo olvidemos, pero insistámosle para que nos ayude.
Pérdida de memoria
La pérdida de la memoria reciente es uno de
los primeros síntomas que muchas veces se observan en el enfermo de Huntington.
Nos sorprende que recuerden con detalle algo que ocurrió hace 20 años y, sin
embargo, no recuerden lo que comieron el día anterior o ese trabajo sencillo
que tenían que hacer y que se les dijo poco antes.
Y es que la enfermedad altera la capacidad
de concentración; cuando se le dijo al enfermo que realizara tal cosa su
atención no estaba centrada en la conversación y esa información le pasará por
completo desapercibida. También puede ocurrir que cuando se le pregunta que
comió ayer, aun recordándolo, no sea capaz de expresarlo porque no encuentra
las palabras adecuadas. A la pregunta de: ¿comiste macarrones? El enfermo
encontrará antes una respuesta que a la pregunta genérica de ¿qué comiste ayer?
Por esto es muy importante que cuando
queramos que el enfermo haga algo determinado, estemos seguros de que su
atención está únicamente para nosotros, que no haya interferencias alrededor y
que la instrucción sea dada de una forma clara y concreta.
Podemos
estimular al enfermo recordándole sucesos y haciéndole que participe de los
mismos. Su memoria está un poco débil pero aun así, está ahí y podemos
estimularla.
Flexibilidad mental
Los enfermos de Huntington pueden parecer
muy inflexibles y de pensamiento muy rígido. Se adhieren a patrones de conducta
y están poco dispuestos a adaptarse a nuevas situaciones. Pero no son
obstinados deliberadamente. Los cambios que surgen en el cerebro a causa de la
enfermedad pueden anular la capacidad de pensar de una forma flexible y de
poder adaptarse a nuevas circunstancias. Normalmente están más cómodos cuando
siguen unas normas o una rutina y cuando las situaciones en las que están
inmersos le son familiares. Dado que parece que necesitan una rutina lo mejor
es tratar de acomodarse a ella. Eso no implica, sin embargo, que no pueda hacer
cambios en esa rutina pero sí deberán ser estructurados con cuidado y siempre
habiéndoselo explicado al enfermo de forma que sepan qué va a pasar y cuándo.
Un
cambio en su actividad resulta estimulador pero todo cambio deberá comportar
una preparación. Por ejemplo, si vamos a ir a comer a un restaurante habrá que
explicárselo varias veces antes (incluso días antes), indicándole dónde iremos
y cuándo, estimulándole, por ejemplo, con el menú que comerá o la ropa que se
pondrá para hacer esta salida.
Hacer dos cosas al mismo tiempo
Hacer dos cosas a la vez, como por ejemplo
hablar por teléfono y hacer la comida, que tan fácil resulta para una persona sana,
es prácticamente imposible de realizar en la Enfermedad de Huntington porque
ciertas partes del cerebro están alteradas.

Pasito
a pasito. Una cosa detrás de la otra. Haciéndolo así el enfermo conseguirá
realizar aquello que le propongamos. No hay prisa.
Poca efectividad
Es frecuente que un enfermo de Huntington
realice tareas diarias con menos efectividad de lo que lo hacía anteriormente.
Por ejemplo, al lavar los platos estos no quedan tan limpios como deberían, o
al escribir una carta se cometen errores en las palabras. Esto puede resultar
en motivo de irritación de la familia que lo ven como torpe o falto de
atención. Pero una vez más estos errores no se deben a desgana o falta de
interés o atención. Se deben a que el cerebro está dañado. En muchos casos no
han olvidado como se realiza la acción pero sí ha mermado su capacidad de
automotivarse para revisar los resultados. Muchas veces el enfermo no es
consciente de sus errores mientras que resultan evidentes para los familiares.
Hay que animarlos a realizar tareas paro hay que acostumbrarse y amoldarse a
las limitaciones del enfermo y por supuesto revisar la ejecución de las tareas
que realizan.
No
porque no lo vayan a hacer “perfecto” debemos impedir que lo realicen. Al
contrario, hay que estimularles y agradecerles que realicen cualquier acción o
trabajo aunque el resultado no sea el óptimo y tengamos que revisarlo y quizás
acabarlo. Recordemos que no lo hacen “del todo bien” para molestarnos. Lo hacen
lo mejor que pueden teniendo en cuenta que la EH está presente.
El cuidado personal
Es frecuente que el enfermo demuestre poco
interés en lo que respecta a su apariencia personal y un mayor descuido en su
higiene. La apatía y la falta de iniciativa contribuyen a este cambio. El
enfermo no es consciente de su propio cambio y es insensible al efecto que su
incorrecta apariencia pueda tener en los demás. No siente la sensación de
vergüenza o embarazo que en circunstancias normales actúa como un refuerzo del
cuidado personal.
El enfermo puede necesitar que se le incite
para el baño o para cambiarse de ropa y normalmente con ello es suficiente,
pero en el caso de que lo rechazara la mejor opción es intentar establecer el
baño y los cambios de ropa como parte de la rutina diaria, por ejemplo, hacerlo
en días específicos y siempre a la misma hora.

No
es que no quiera estar limpio y atractivo, lo que ocurre es que ya no es
conciente de su propia apariencia y sólo se debe a los cambios que su cerebro
experimenta. Insistamos, pero con dulzura.
Desinhibición
Este comportamiento puede tener diferentes
formas. Los enfermos pueden actuar de forma impulsiva o imprudente, por
ejemplo, comprando un objeto que no pueden pagar; pueden hacer comentarios
sociales inapropiados sobre una persona que está presente. La desinhibición
puede ser sexual, por ejemplo, haciendo insinuaciones a una persona
desconocida. Todo ello se debe a la pérdida de la cautela social y de la
capacidad de pensar más allá y de apreciar las consecuencias a sus acciones. No
sienten de la misma forma que lo hace una persona sana los sentimientos de
culpa, vergüenza o embarazo y no ven las repercusiones que su comportamiento
puede tener.
Este comportamiento puede llevar al
paciente a la desafortunada consecuencia de restringirle la libertad, pero es
posible que el paciente entienda lis límites y pueda ajustarse a ellos cuando
le son explicados con seriedad e insistencia y no con agresividad y malos
modos.
Los
enfermos no pueden sentir culpa, vergüenza o embarazo porque dichas emociones
les han sido sustraídas por la enfermedad.
Simpatía y empatía
Los enfermos de Huntington pueden parecer
centrados en sí mismo, descuidados y desconsiderados. La pareja puede sentirse
muy herida sobre todo contrastando con la anterior relación de afecto y cariño.
Pero los enfermos no están siendo groseros, malintencionados o crueles de forma
deliberada. Esto se debe a que la enfermedad, que ha dañado diferentes partes
del cerebro, impide que el enfermo pueda ponerse en el lugar de los demás, ver
otros puntos de vista y sopesar los diferentes aspectos de una argumentación.
No son concientes de la forma en que sus
acciones o afirmaciones afectan a los que le rodean. La enfermedad puede
enturbiar las emociones de los enfermos y su capacidad para simpatizar o
empatizar con otros puede alterar notablemente las relaciones en la pareja o en
la familia. Las relaciones que deberían ser recíprocas se convierten en
unidireccionales y poco se puede hacer al respecto.
Hay que tener presente que estos cambios se
deben a la enfermedad y que el enfermo no actúa así a propósito. Los cambios
emocionales no están bajo su control.
Repetición y perseverancia
Un enfermo de Huntington puede ser muy
perseverante o quedarse fijado a una idea o a una actividad. Pueden mostrar una
actitud rígida y ser incapaces de cambiar una idea o una actividad o de
modificar su rutina. Los enfermos con Huntington pueden manifestar síntomas de
Trastorno Obsesivo Compulsivo, como ideas obsesivas que hacen que la persona
insista en obtener, por ejemplo, cigarrillos, café, comer o usar el baño. Se
pueden enfadar mucho si se ignora o se niega su demanda. Esto se debe, por un
lado, a la parte del cerebro que tienen dañada pero también a que las
auténticas necesidades de la persona no se satisfacen y en consecuencia las
repite esperando que se le atienda. Resolver estas situaciones no es fácil pero
una buena estrategia es la de distraer al enfermo hacia otras actividades o
intereses.
Sabemos lo molesto que es oír una y otra
vez que se desea hacer una cosa o que se quiere comer tal otra cuando el
momento no es el oportuno o no hay posibilidad. También, cuando te hacen la
pregunta una y otra vez y ya la has contestado una infinidad de veces. Una vez
más hay que recordar que no es su intención el molestarte, es la enfermedad que
está detrás la que hace que actúe así.
Depresión
La depresión es un problema relativamente
común en la Enfermedad de Huntington. La tristeza es algo normal y comprensible
tras el diagnóstico o como consecuencia de los síntomas de la EH. La enfermedad
progresivamente altera el papel del enfermo en la familia, trabajo y sociedad.
Por ejemplo, el papel del enfermo puede cambiar a nivel familiar de ser el
sostén económico y jefe de grupo familiar a ser una persona dependiente que requiere
supervisión para todo. También los cambios cerebrales que ocurren en la EH
pueden alterar los neurotransmisores o sustancias químicas que regulan los
estados de ánimo. Así, personas de naturaleza optimista y feliz pueden
experimentar una severa depresión debido a los cambios cerebrales producidos
por la EH.
En muchas ocasiones aparecen estados
depresivos antes incluso de que la enfermedad sea diagnosticada; en ocasiones
no se asocian a la misma. Es importante diagnosticarla a tiempo porque para
ello sí hay medicamentos que la controlen y el enfermo mejorará
considerablemente. Sin embargo, la pérdida de la actividad intrínseca a los
cambios mentales que ocurren en la enfermedad no necesariamente indica un
estado deprimido y sólo el diagnóstico médico determinará si existe o no
depresión.
Uno
de los riesgos de la depresión son las tendencias suicidas bastante frecuentes
en los enfermos de Huntington durante las primeras etapas de la enfermedad; hay
que estar muy atentos a las posibles pistas que nos indiquen que esta idea está
en la mente del enfermo.
Irritabilidad y agresividad
Aun en enfermos que se mantienen
emocionalmente estables durante el curso de la enfermedad, no es extraño que se
enfaden sin razón o por problemas sin importancia. Los enfermos pueden
experimentar una sensación de agitación interna y ser concientes de que son
fácilmente “excitables”, pero estas oleadas de agitación vienen sin aviso y
están fuera de su control. Estas reacciones son casi siempre debidas a
situaciones reales y válidas, pero la respuesta a ellas es descontrolada dado
que el cerebro ha perdido el control.
En estas circunstancias es mejor evitar la
confrontación que sólo conseguirá echar más leña al fuego. Si es necesario se
debe salir de la habitación, sobre todo si hay peligro de agresión física. Hay
que conocer a la persona y ser sensible a sus necesidades para poder anticipar
ciertas situaciones y evitar la frustración. Es posible identificar situaciones
que precipitan la frustración y así evitarlas y ofrecer actividades que le
distraigan.
Algunos enfermos se vuelven irritables
cuando la otra persona no va por su propio camino o cuando los puntos de vista
son opuestos. Hay que recordar que debido a los cambios que tienen lugar en su
manera de pensar, pueden tener dificultad para ver otros puntos de vista
diferentes al suyo. Los síntomas de irritabilidad y agresión, al igual que la
depresión, pueden ser tratados con fármacos.
Debemos
darnos cuenta de que la irritabilidad del enfermo es un síntoma de la
enfermedad y se deben evitar los enfrentamientos y ultimátums si no se trata de
algo crucial.
Negación de la enfermedad
Es frecuente que un enfermo de Huntington
no admita que está enfermo. Mientras que para la familia sus actuaciones son
síntoma inequívoco de que la enfermedad está presente, el propio enfermo niega
esos síntomas y aduce a cualquier otra causa sus comportamientos extraños.
No está muy claro el por qué de esta
negación, pero puede deberse a dos factores que se solapan en el tiempo. Por un
lado, el rechazo a afrontar una enfermedad degenerativa, el miedo que esto
comporta y la única alternativa para poder seguir es negarse la realidad. Por
otro, las personas con Huntington frecuentemente carecen de la comprensión de
la conciencia de sí mismos. No son concientes de sus propios síntomas. No es
extraño que un enfermo de Huntington no sea conciente de sus propios
movimientos coreicos tan visibles para los que le rodean.
Al principio esta inconsciencia es
beneficiosa porque mantiene al individuo motivado para intentar cosas y no se
considera afectado o disminuido. De igual forma, a inconsciencia es un
mecanismo eficaz contra la depresión. De todas formas, esto puede provocar
enfados que producen ira, pues el enfermo puede no entender por qué no puede
volver al trabajo o vivir de forma independiente. Los enfermos de Huntington
pueden sentir que se les aparta injustificadamente de ciertas actividades como
conducir, trabajar, cuidar a los niños, etc. Esta inconsciencia puede volverse
peligrosa si el enfermo sigue insistiendo en sus tentativas de hacer cosas por
sí mismo y ésta no son seguras.
Lo
único que podemos hacer es aceptar esa inconsciencia de la enfermedad como un
componente más de la misma, que no se puede tratar; y no creer que su falta de
acuerdo en el tratamiento o en el cuidado sea algo intencionado para llevar la
contraria. Es “su” realidad aunque ésta sea diferente de la de usted.
Comprender la enfermedad
El daño selectivo en algunas zonas del
cerebro que produce la Enfermedad de Huntington lleva en especial a
dificultades en el pensamiento que conduce a su vez a específicos y predecibles
cambios en el comportamiento. Algunos aspectos mentales o intelectuales de los
enfermos permanecen intactos. Incluso cuando la enfermedad está en fases
avanzadas los enfermos pueden percibir y comprender el significado de lo que
ven y escuchan mucho más de lo que imaginamos. Las dificultades que tienen para
expresarse hablando no son sinónimo de que lo que se les dice no lo entiendan. Otra
cosa es que reaccionen a lo que les decimos o queremos que hagan de la forma
que nosotros quisiéramos, porque ya hemos visto que la percepción de la
realidad no es la misma para un enfermo de Huntington que para una persona
sana.
El trabajo de los cuidadores es inmenso. Por
un lado, tienen que entender las limitaciones, aceptarlas y convivir con ellas.
Por otro, tienen que fomentar las habilidades del enfermo para que siga ejercitándolas.
La enfermedad no es estable, sufre una progresión y cada etapa tiene sus síntomas
y sus reglas.
El cuidador debe ante todo entender que
todos los cambios que el enfermo experimenta se debe a los daños que la
Enfermedad de Huntington ocasiona en su cerebro, que el enfermo no puede
cambiarlo y que el cuidador lo único que puede hacer es aceptarlos con paciencia
y amor.
Resumen:
LO QUE NO SE DEBE HACER:
- Argumentar con el enfermo. Recuerde que
ha perdido la capacidad para racionalizar.
- No dar órdenes. A nadie le gusta ser
dirigido y a un enfermo de Huntington tampoco. Dé las instrucciones de forma
positiva en lugar de negativa. En lugar de decir “no puedes hacer esto”, dígale:
“vamos a hacer tal cosa”.
- No use un tono condescendiente. Puede provocar
enfado aunque no se haya entendido lo que se ha dicho.
- No haga muchas preguntas. Recuerde que la
persona puede haber perdido memoria y puede sentirse mal si le preguntan cosas
que no puede contestar. Las preguntas deben hacerse una tras otra y siempre de
una forma Lara y concisa.
- No hable sobre el enfermo como si no
estuviera presente.
LO QUE SÍ SE DEBE HACER
- Intente distraer al enfermo. Distraer su
atención hacia otra actividad puede ser suficiente para calmar su actitud o
enfado.
- Ignore los improperios verbales si para
ellos no tiene una respuesta positiva.
- Recompense comportamiento positivo con
algo, ya sea un abrazo, una comida especial o un sincero elogio.
- Ofrézcale un tiempo de relajación en una
habitación silenciosa. Puede ayudarle a controlar sus sentimientos o
comportamiento.
- Pruebe nuevas formas de comunicación que
no sean las palabras.
Fuente: Agradecemos a la Asociación Corea de Huntington de Castilla y León por permitirnos reproducir el documento.
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